- Entre aromas de manzanilla, velas encendidas y el eco de cantos solemnes, familias enteras viven con fervor la ceremonia que recuerda el descenso del cuerpo de Jesús de la cruz.
En Villa de Pozos, el Jueves Santo es una jornada de profunda conexión espiritual que se vive con el corazón en la mano, ya que, desde muy temprano, las calles comienzan a llenarse de silencio respetuoso, aromas de flores frescas y una emoción que se palpa en el aire.
Es el día de la tradicional Bajada de los Cristos, un acto simbólico y conmovedor que representa el momento en que el cuerpo de Jesús es descendido de la cruz tras su crucifixión.
Cada familia, prepara un altar que es una ofrenda viva de amor y fe, en donde la figura de Cristo crucificado se convierte en el centro de la escena, reposando sobre un lecho de manzanilla, que no solo perfuma el ambiente, sino que simboliza la pureza y la divinidad del momento.
Alrededor, velas encendidas arrojan una luz cálida que guía el espíritu de los presentes, mientras que las flores, el papel picado y las frutas como naranjas evocan el dolor de la pérdida.
La música, muchas veces en vivo, acompaña la escena con notas profundas y melancólicas, acentuando el duelo compartido por la comunidad, pero también hay un profundo sentido de unidad y las familias no solo abren sus puertas, sino también sus mesas, pues comidas tradicionales de cuaresma se ofrecen a los acompañantes, entre charlas, rezos y memorias compartidas.
Lo más conmovedor es ver cómo estas imágenes sagradas, algunas con más de 120 años, han pasado de generación en generación, como el Señor del Trabajo, el Justo Juez, el Cristo de Cedrito, el de Burgos o el de Las Palomitas, cada uno tiene su historia, su milagro, su anécdota familiar y todos juntos forman el alma devota de Villa de Pozos.
La Bajada de los Cristos, es el latido colectivo de un pueblo que encuentra en esta tradición un espacio para honrar la fe, sanar el alma y reforzar los lazos que los unen con una ceremonia donde la tristeza se convierte en esperanza y el silencio, en un canto compartido de devoción.



